EL TRABAJO PASTORAL DE LA MUJER
__________________________________________________________________________________ Rev. Blanca Irma Rodríguez
Coquimbo, Chile,
03 de Enero del 2006
Coquimbo, Chile,
03 de Enero del 2006
Son miles y miles de años que se nos ha dicho que el lugar de la mujer es la casa y la cocina. Muchas de nosotras nos hemos creído tanto el cuento, que cuando tenemos oportunidad de cambiar estos roles, no podemos aceptarlo. Estamos pensando que solo nosotras podemos hacerlo, justificándolo bajo la excusa de la habilidad, destreza e higiene.
Desde el inicio del cristianismo la mujer siempre ha estado presente, aportando en las diferentes etapas de su desarrollo. Muchas, han sido las mujeres que durante estos dos mil años han aportado su trabajo, sus ideas y hasta su sangre en la divulgación y expansión cristiana. Pero la memoria histórica no ha correspondido a su fidelidad. Basta con dar una rápida leída al texto bíblico y nos damos cuenta que a pesar de ser mujeres la mayoría de la membresía en las iglesias, el rescate histórico no es significativo cuando lo comparamos con la cantidad de hombres que figuran en las listas.
La mujer tiene tan internatizado el rol definido por la sociedad, que cuando se le presentan situaciones o circunstancias, donde puede o debe cambiar ese patrón de comportamiento, simplemente no puede, o no sabe como asumirlo. Es la misma mujer la que pone resistencia al cambio.
Pero no todo está perdido. A pesar de todo, después de muchos años de intensa lucha con la pastoral de mujeres en cuanto a levantar su autoestima y en cuanto a los hombres la promoción del sacerdocio universal de creyentes.
En este trabajo que realizamos en la pastoral de la mujer. No existe el trabajo de la pastora tampoco el trabajo de la mujer laica. Es un trabajo de mujeres, en la que todas somos sacerdotes al servicio de todas. Solamente si lo comprendemos así vamos a asumir el trabajo pastoral como responsabilidad propia, sin esperar a que me vea la pastora que lo estoy haciendo. O también, esperar una recompensa ya sea de reconocimiento o de tipo económica por lo que hemos realizado.
Cuando hablamos de pastoral de mujeres, es el conjunto de mujeres las que están luchando, esforzándose para cumplir con una responsabilidad asumida en conjunto. Este año 2005 celebramos el XXIII Encuentro Nacional de Mujeres chilenas que confesamos nuestra identidad luterana. Esto significa que ya son por lo menos 23 años de trabajo, en los que se ha reflexionado sobre temas como género, violencia, poder, pobreza, desigualdad entre otros. Veinticinco años que estamos caminando poco a poco, paso a paso.
Por esta razón, que con el pasar del tiempo, es necesario que junto con estas reflexiones, también se vayan reflejando cambios de actitudes, cambios de comportamiento que reflejen nuestro avance a una cultura de mujer responsable, solidaria y fraterna. Eso es lo que Jesús quiere para nosotras y es por eso que se expuso a las críticas de la gente de su época y a las acusaciones de las autoridades religiosas judías.
Podríamos decir que el trabajo que realizan o realizamos las mujeres dentro del ámbito eclesial tiene ambas connotaciones. La Social y la Pastoral. Es Social, porque cuando realizamos una acción con la cual beneficiamos a otra u otras personas estamos realizando un trabajo social. Pero, también es pastoral, en el sentido que lo que hacemos no se limita solamente a la parte física ni emocional de las personas sino que también alcanza el ámbito de lo espiritual, abarca lo trascendente del Ser Humano.
Sin embargo reconocemos que la iglesia no realiza actos caritativos de mitigación de la pobreza; sino que realiza una diaconía de atención al pobre y al necesitado como un mandato divino, por justicia y por amor al prójimo y a Dios.
Dentro de la Iglesia, todo el trabajo que realizamos es pastoral, porque está realizado por pastores/as. Es decir, por sacerdotes y sacerdotisas. De acuerdo con el apóstol Pablo y que posteriormente lo retoma Martín Lutero, en Cristo todos somos hijos e hijas de Dios por medio del Bautismo. Y, en la Iglesia todos somos sacerdotes por medio de la fe. Por el Sacerdocio Universal de creyentes todo lo que hacemos en la iglesia si lo hacemos con amor al prójimo y con fe en la obra salvadora de Nuestros Señor Jesucristo, es un trabajo pastoral. Esto es válido para todo el hacer de la iglesia. Para el trabajo pastoral de jóvenes, trabajo pastoral con tercera edad, trabajo pastoral con niños y niñas, así como también el trabajo pastoral de la mujer.
El trabajo en la iglesia no se hace por caridad, ni por ganar importancia ni prestigio personal, como se haría en otros círculos de la sociedad, en la iglesia el trabajo lo hacemos por amor, por justicia y por agradecimiento a Dios por las cosas y bendiciones que ya nos ha dado. Cuando nosotros asumimos y confesamos que hacemos un trabajo pastoral o lo que es mejor que pertenecemos a un grupo llamado “Pastoral de la Mujer” u otro tipo de trabajo dentro de la iglesia, decimos y confesamos que nuestro comportamiento, nuestra conducta, nuestras actitudes están enmarcadas en un modelo de comportamiento ya conocido y que históricamente se ha ganado un reconocimiento social.
El vocabulario que utilizamos en nuestro día a día, o los conceptos que usamos para definir nuestro trabajo, son importantes. Es eso, lo que nos identifica y nos ubica en el espacio en el que nos movemos y la labor que realizamos frente a los demás. Así por ejemplo, cuando nos referimos a la coordinadora de mujeres, a la Mesa de Mujeres, y a otros tantos nombres de agrupaciones de mujeres que pudieran existir, etc. Inmediatamente nos da la idea de un trabajo es las esferas gubernamentales y /o sociales. Pero cuando nos referimos a un trabajo hecho por la pastoral de mujeres, tácitamente estamos diciendo que las personas involucradas en esta acción, labor o trabajo, o como se le quiera llamar, es un grupo de mujeres de Iglesia quienes lo realizan. Esto sin necesidad de dar muchas explicaciones, ni entrar en definiciones complejas y abstractas.
Cada ciencia, cada área del conocimiento humano, tiene o por lo menos intenta tener su propia conceptualización, que lo lleva a tener una mejor comprensión de lo que quiere expresar. Por ejemplo; no es lo mismo hablar de construir, cuando nos referimos a la ingeniería que cuando nos referimos a la filosofía. En ingeniería tiene una connotación material, física, una estructura que tiene forma tiempo y espacio, en cambio en filosofía es o puede ser la construcción de un pensamiento, de algo que tiene forma pero que es imaginaria, aunque tiene tiempo por la época en que es generado este pensamiento, pero no tiene espacio, en tanto que no podemos decir que es una estructura física, porque se trata de una estructura mental o mentalizada.
Así, la Teología como ciencia también tiene su propia conceptualización. El uso de ellos, nos identifican en medio de las otras disciplinas que intervienen, por ejemplo en grupos multidisciplinarios en los que participamos como iglesia. Es por esa razón que nosotras cuando nos referimos al trabajo de mujeres de la iglesia y/o en la iglesia, lo mejor es identificarnos con el término “Pastoral de la mujer”, eso nos permitirá dar una imagen de las características de nuestra labor, y no habrá necesidad de dar mayores explicaciones.
Cuando hablamos de trabajo pastoral, ya estamos definiendo las características de lo que hacemos. En la Biblia existen tres o cuatro cartas conocidas como pastorales, estas son: 1ª y 2ª de Timoteo, Tito y Filemón. Se les llama pastorales justamente por el vocabulario utilizado y por la temática que aborda en su contenido. Se trata de un vocabulario sencillo, personal; que denota confianza, cariño y respeto. En cuanto a la temática. Trata de temas o problemas bien particulares que interesan solamente a las parte involucradas, pero que desde ese ámbito en lo particular su actuar y sus enseñanzas son o pueden ser válidas para otras y otros.
Dentro de la iglesia hay o debería haber un cambio, una transformación de conductas y de actitudes, a partir de nuestro propio compromiso de fe. Un trabajo “pastoral” define formas de actitud y comportamientos de las personas que lo realizan. El Mismo Pablo acude a Filemón para interceder por Onésimo. Pablo tiene la convicción que Filemón actuará de acuerdo a la norma cristiana por su conversión al Evangelio. Amén.
Desde el inicio del cristianismo la mujer siempre ha estado presente, aportando en las diferentes etapas de su desarrollo. Muchas, han sido las mujeres que durante estos dos mil años han aportado su trabajo, sus ideas y hasta su sangre en la divulgación y expansión cristiana. Pero la memoria histórica no ha correspondido a su fidelidad. Basta con dar una rápida leída al texto bíblico y nos damos cuenta que a pesar de ser mujeres la mayoría de la membresía en las iglesias, el rescate histórico no es significativo cuando lo comparamos con la cantidad de hombres que figuran en las listas.
La mujer tiene tan internatizado el rol definido por la sociedad, que cuando se le presentan situaciones o circunstancias, donde puede o debe cambiar ese patrón de comportamiento, simplemente no puede, o no sabe como asumirlo. Es la misma mujer la que pone resistencia al cambio.
Pero no todo está perdido. A pesar de todo, después de muchos años de intensa lucha con la pastoral de mujeres en cuanto a levantar su autoestima y en cuanto a los hombres la promoción del sacerdocio universal de creyentes.
En este trabajo que realizamos en la pastoral de la mujer. No existe el trabajo de la pastora tampoco el trabajo de la mujer laica. Es un trabajo de mujeres, en la que todas somos sacerdotes al servicio de todas. Solamente si lo comprendemos así vamos a asumir el trabajo pastoral como responsabilidad propia, sin esperar a que me vea la pastora que lo estoy haciendo. O también, esperar una recompensa ya sea de reconocimiento o de tipo económica por lo que hemos realizado.
Cuando hablamos de pastoral de mujeres, es el conjunto de mujeres las que están luchando, esforzándose para cumplir con una responsabilidad asumida en conjunto. Este año 2005 celebramos el XXIII Encuentro Nacional de Mujeres chilenas que confesamos nuestra identidad luterana. Esto significa que ya son por lo menos 23 años de trabajo, en los que se ha reflexionado sobre temas como género, violencia, poder, pobreza, desigualdad entre otros. Veinticinco años que estamos caminando poco a poco, paso a paso.
Por esta razón, que con el pasar del tiempo, es necesario que junto con estas reflexiones, también se vayan reflejando cambios de actitudes, cambios de comportamiento que reflejen nuestro avance a una cultura de mujer responsable, solidaria y fraterna. Eso es lo que Jesús quiere para nosotras y es por eso que se expuso a las críticas de la gente de su época y a las acusaciones de las autoridades religiosas judías.
Podríamos decir que el trabajo que realizan o realizamos las mujeres dentro del ámbito eclesial tiene ambas connotaciones. La Social y la Pastoral. Es Social, porque cuando realizamos una acción con la cual beneficiamos a otra u otras personas estamos realizando un trabajo social. Pero, también es pastoral, en el sentido que lo que hacemos no se limita solamente a la parte física ni emocional de las personas sino que también alcanza el ámbito de lo espiritual, abarca lo trascendente del Ser Humano.
Sin embargo reconocemos que la iglesia no realiza actos caritativos de mitigación de la pobreza; sino que realiza una diaconía de atención al pobre y al necesitado como un mandato divino, por justicia y por amor al prójimo y a Dios.
Dentro de la Iglesia, todo el trabajo que realizamos es pastoral, porque está realizado por pastores/as. Es decir, por sacerdotes y sacerdotisas. De acuerdo con el apóstol Pablo y que posteriormente lo retoma Martín Lutero, en Cristo todos somos hijos e hijas de Dios por medio del Bautismo. Y, en la Iglesia todos somos sacerdotes por medio de la fe. Por el Sacerdocio Universal de creyentes todo lo que hacemos en la iglesia si lo hacemos con amor al prójimo y con fe en la obra salvadora de Nuestros Señor Jesucristo, es un trabajo pastoral. Esto es válido para todo el hacer de la iglesia. Para el trabajo pastoral de jóvenes, trabajo pastoral con tercera edad, trabajo pastoral con niños y niñas, así como también el trabajo pastoral de la mujer.
El trabajo en la iglesia no se hace por caridad, ni por ganar importancia ni prestigio personal, como se haría en otros círculos de la sociedad, en la iglesia el trabajo lo hacemos por amor, por justicia y por agradecimiento a Dios por las cosas y bendiciones que ya nos ha dado. Cuando nosotros asumimos y confesamos que hacemos un trabajo pastoral o lo que es mejor que pertenecemos a un grupo llamado “Pastoral de la Mujer” u otro tipo de trabajo dentro de la iglesia, decimos y confesamos que nuestro comportamiento, nuestra conducta, nuestras actitudes están enmarcadas en un modelo de comportamiento ya conocido y que históricamente se ha ganado un reconocimiento social.
El vocabulario que utilizamos en nuestro día a día, o los conceptos que usamos para definir nuestro trabajo, son importantes. Es eso, lo que nos identifica y nos ubica en el espacio en el que nos movemos y la labor que realizamos frente a los demás. Así por ejemplo, cuando nos referimos a la coordinadora de mujeres, a la Mesa de Mujeres, y a otros tantos nombres de agrupaciones de mujeres que pudieran existir, etc. Inmediatamente nos da la idea de un trabajo es las esferas gubernamentales y /o sociales. Pero cuando nos referimos a un trabajo hecho por la pastoral de mujeres, tácitamente estamos diciendo que las personas involucradas en esta acción, labor o trabajo, o como se le quiera llamar, es un grupo de mujeres de Iglesia quienes lo realizan. Esto sin necesidad de dar muchas explicaciones, ni entrar en definiciones complejas y abstractas.
Cada ciencia, cada área del conocimiento humano, tiene o por lo menos intenta tener su propia conceptualización, que lo lleva a tener una mejor comprensión de lo que quiere expresar. Por ejemplo; no es lo mismo hablar de construir, cuando nos referimos a la ingeniería que cuando nos referimos a la filosofía. En ingeniería tiene una connotación material, física, una estructura que tiene forma tiempo y espacio, en cambio en filosofía es o puede ser la construcción de un pensamiento, de algo que tiene forma pero que es imaginaria, aunque tiene tiempo por la época en que es generado este pensamiento, pero no tiene espacio, en tanto que no podemos decir que es una estructura física, porque se trata de una estructura mental o mentalizada.
Así, la Teología como ciencia también tiene su propia conceptualización. El uso de ellos, nos identifican en medio de las otras disciplinas que intervienen, por ejemplo en grupos multidisciplinarios en los que participamos como iglesia. Es por esa razón que nosotras cuando nos referimos al trabajo de mujeres de la iglesia y/o en la iglesia, lo mejor es identificarnos con el término “Pastoral de la mujer”, eso nos permitirá dar una imagen de las características de nuestra labor, y no habrá necesidad de dar mayores explicaciones.
Cuando hablamos de trabajo pastoral, ya estamos definiendo las características de lo que hacemos. En la Biblia existen tres o cuatro cartas conocidas como pastorales, estas son: 1ª y 2ª de Timoteo, Tito y Filemón. Se les llama pastorales justamente por el vocabulario utilizado y por la temática que aborda en su contenido. Se trata de un vocabulario sencillo, personal; que denota confianza, cariño y respeto. En cuanto a la temática. Trata de temas o problemas bien particulares que interesan solamente a las parte involucradas, pero que desde ese ámbito en lo particular su actuar y sus enseñanzas son o pueden ser válidas para otras y otros.
Dentro de la iglesia hay o debería haber un cambio, una transformación de conductas y de actitudes, a partir de nuestro propio compromiso de fe. Un trabajo “pastoral” define formas de actitud y comportamientos de las personas que lo realizan. El Mismo Pablo acude a Filemón para interceder por Onésimo. Pablo tiene la convicción que Filemón actuará de acuerdo a la norma cristiana por su conversión al Evangelio. Amén.
Pastoral de niños: salida a terreno en las vacaciones de invierno
con los niños y niñas de Blanca Esperanza, Punta Mira,
Coquimbo.
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