Mt. 28:16-20
1. “Ustedes son la sal de la tierra y luz del mundo”. Este es el lema bajo el cual hemos estado unidos trabajando en este SINODO 2005. En estos tres días de asamblea nacional, hemos estado reflexionando sobre el modelo eclesiológico desarrollado por la IELCH en los últimos años. Modelo que de una u otra manera nos da una identidad, nos define como somos y nos define también lo que hacemos. Esto queda mejor reflejado en la frase, sabiamente escogida como tema de este sínodo: “así somos, así nos ven, así nos vemos”.
La lectura del Evangelio en este día, día de la Trinidad, nos invita a reflexionar sobre esta gran comisión dada por Jesús a sus discípulos. En estos versículos, Jesús nos da una tarea clara y específica. Una tarea que no podemos dejar de realizarla, ya que si eso sucede estamos en serios problemas, porque estaríamos negándonos a nosotros mismos, estaríamos negando nuestra esencia que al final es lo que nos da la identidad. Por esa razón, tenemos que aceptar que uno de los elementos que nos dan identidad, es, precisamente el de ser misioneras y misioneros. La IELCH por tanto, de acuerdo a este pasaje bíblico, se convierte en una iglesia misionera. A partir de este envío, todos y cada uno de nosotros nos convertimos en misioneros. Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ejercer esa autoridad que Jesús nos ha dado.
Eso es lo que somos, en otras palabras “Así somos” unos misioneros del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Y en ésta misión unos somos fríos, otros tibios pero hay otros hemanos/as que son amorosos y comprometidos. Y, “Así nos ven”. Desde a fuera, desde la sociedad nos ven como una iglesia misionera que queremos llevar el mensaje de salvación a otras personas. Que queremos que otros participen de las bendiciones que Dios ha prometido para aquellos que le son fieles.
Quiero compartirles una experiencia que para mí, es la confirmación del hecho que desde afuera se nos ve como una iglesia misionera. Desde hace varios meses atrás, estuve queriendo hacer contacto con organizaciones indígenas en Coquimbo. Por un lado, para conocerles como cultura y por el otro, también con fines misioneros, para llevar y compartir con ellos las Buenas Nuevas de Nuestro Señor Jesucristo. Luego de mucho buscar y preguntar, finalmente logre que en la Casa de la Cultura me dieran un número telefónico.
De esta manera me contacté con el Sr. Hipólito Curiqueo Puneitil, presidente fundador de la Asociación indígena mapuche en Coquimbo. Organizada hace apenas un año. Conversamos un poco, me identifiqué como pastora misionera de la IELCH, le exprese el motivo de mi interés por comunicarme con él y le dije que como extranjera deseaba conocer la agrupación y su cultura. El, por su parte se mostró amable, me expresó que no tenía inconveniente en conversar conmigo y hablarme de la agrupación y de su cultura mapuche, pero que como soy pastora de una iglesia evangélica cristiana, el no quiere que ninguna persona o religión llegue a su organización para hacer trabajo de evangelización o proselitismo. El no quiere tener problemas con la gente de la agrupación, ya que según expresó, en esa organización se agrupan personas de diferentes confesiones religiosas y credos políticos.
En el fondo, la preocupación del Sr. Curiqueo es que la iglesia llegue y realice su actividad evangelizadora dentro de la agrupación. De ser así, esto significa para ellos, una pérdida de su identidad como comunidad indígena. Por otro lado, la organización ha sido creada precisamente para rescatar y mantener su cultura y sus tradiciones; Su idioma, la vestimenta, los bailes, las costumbres y principalmente su religiosidad, que es precisamente en las culturas autóctonas el elemento que traspasa todos los ámbitos de su vida. Durante la conversación, él expresó su sentimiento de rechazo a la iglesia cristiana, porque según él, ya suficiente daño hizo la Iglesia a la comunidad indígena al destruir su religiosidad, sus creencias y sus dioses.
Según lo que expresa Emilio Castro, cuando en su ponencia sobre el Reino de Dios desde una perspectiva misionera, dice que: “Con frecuencia, nuestra predicación y enseñanza en las iglesias cristianas ha obligado a estos pueblos a avergonzarse de sus propios antepasados y a ocultar la práctica de sus tradiciones religiosas y culturales por temor de ser si no perseguidos, por lo menos socialmente marginados. Hemos llegado a denunciar como sincretismo todas las manifestaciones de la fe cristiana donde estuvieran presentes elementos de las religiones o culturas tradicionales”[1]. Por causas como éstas, el Sr. Curiqueo definió las condiciones bajo las cuáles me permitía participar de algunas actividades y capacitaciones de la Asociación. Con la narración de esta experiencia, he querido responder un poco a “como nos ven”.
Falta entonces revisar como nos vemos, es decir: “así nos vemos”. Y yo me pregunto, y le pregunto a cada uno(a) de ustedes. ¿“como nos vemos”?. En esta comunidad llamada “iglesia” como nos vemos cada uno de nosotros./as ¿Cuál es mi rol?, ¿qué es lo que hago?, o ¿qué es lo que me gustaría hacer?. Como me veo yo, como veo a mi hermana a mi hermano, como veo la iglesia toda. Es la iglesia que quiero, la iglesia que me gusta, la iglesia en la que creo y por la que estoy dispuesta a trabajar, convirtiéndome en misionero/a, según el envío de Jesucristo.
Tengo la sospecha que no. Me da la impresión que si bien es cierto que desde afuera se nos ve como una iglesia misionera, nosotros no estamos convencidas/os de eso. Creo que nosotros nos hemos olvidado de ese envío a evangelizar. Esto solo tiene una explicación, y ésta es que, nosotros nos hemos olvidado de la promesa que Jesús nos hace cuando nos dice en el verso 20, “por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. En esta frase, Jesús nos revela la existencia del Espíritu Santo, la tercera persona divina, Esa que fue enviada justamente cuando celebramos la fiesta de Pentecostés. Esto como el cumplimiento de esa promesa hecha por Jesús a sus discípulos.
De acuerdo a nuestro calendario litúrgico, nos encontramos celebrando la fiesta de la Trinidad. La fiesta del misterio de Dios. El cual consiste en que Dios es uno sólo, y en El hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este misterio de la Trinidad nos ha sido revelado por la persona, palabra y acciones de Jesucristo. Nosotros nos volvemos trinitarios cuando tomamos conciencia de que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo están presentes en nuestras vidas, y le honramos cuando entendemos que con la ayuda de la fe en el bautismo estamos llamados a íntima unión de amor con las tres personas divinas.
Jesús nos dio a conocer las verdades acerca de Dios y su reino.
Predicación realizada por la Pastora Blanca Irma Rodríguez, en el culto de cierre del SINODO de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile, IELCH, realizado en la congregación Buen Samaritano de Santiago, El 22 de Mayo de 2005.
[1] Castro Emilio, Venga tu reino: una perspectiva misionera, IN. Venga tu reino perspectivas misioneras. Consejo Mundial de Iglesias. Edic. Sígueme. P. 53-66.
martes, 8 de junio de 2010
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