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miércoles, 26 de marzo de 2014

NINGÚN PROFETA ES ACEPTADO EN SU TIERRA



Lc. 4:24-30 (Jn. 4: 44).
Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo para todos y cada uno de ustedes, en este día de trascendental importancia para la iglesia y pueblo salvadoreño.
Primeramente quiero agradecer la atenta invitación que como Iglesia Luterana Salvadoreña, hemos recibido de parte ustedes, Congregación Nuestra Señora de Los Ángeles. Agradezco también a su equipo coordinador por medio de la Lic. Karen Larin y la señora Astrid Hurtarte, por su esmerado interés en la realización de esta actividad. Agradecer también de manera especial la apertura del Sr. Párroco Carlos Osorio de esta congregación, quien hizo posible mi presencia ahora con ustedes.
Gracias a Dios la iglesia está avanzando, la iglesia está dando señales de ser una iglesia viva, una iglesia inclusiva, que quiere estar con y al lado de la gente, de los necesitados, de los que como dice Jesús de esos pequeñitos, de los marginados, de los sin voz[1], de los excluidos y excluidas que como yo, en mi calidad de mujer, hace unos 40 años atrás no hubiera sido posible que pudiera estar aquí predicando la Palabra de Dios.
En esta ocasión quiero muy brevemente referirme a dos temas: 1. El ecumenismo y 2. la profecía que es el tema que el Evangelio nos enseña para este día.
1.      El Ecumenismo es: movimiento que busca la restauración de la unidad de los cristianos, es decir, la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas «históricas», separadas desde los grandes cismas en los primeros siglos. Si bien el término «oikoumenē» se utilizó desde los tiempos del Imperio Romano para expresar al mundo como unidad, en la actualidad la palabra «ecumenismo» tiene una significación eminentemente religiosa.
Estamos llamados a trabajar por el ecumenismo, Por un ecumenismo real, consciente, de respeto, ya se han dado algunos pasos y se han logrados algunos avances, pero falta mucho por hacer. En esta ocasión Mons. Romero se convierte en la figura que nos une en una acción ecuménica, pero que además nos revela también como la profecía de la cual nos habló Jesús y que todavía tiene vigencia en aquellos que llevan una vida egoísta de lujo y comodidad a los cuales no quieren renunciar.
2.      Mons. Romero fue un profeta. La profecía es un Don de Dios que poseen algunas personas, hombres y mujeres que Dios le ha iluminado y les da esta sabiduría.
El mensaje profético no siempre es aceptado por todos, porque anuncia con anticipación sucesos que acontecerán en el futuro pero que desde ya están presentes de alguna manera, la función del mensaje profético es poner sobre aviso a los y las responsables para que se arrepientan y cambien de actitud, de no hacerlo, Dios que es justo traerá tarde o temprano su justicia.
El Salvador tiene la bendición de Dios porque le mandó un profeta, y ese profeta es Mons. Oscar Arnulfo Romero. Algunos intelectuales como el padre Ignacio Ellacuría en el funeral de la UCA dijo esta expresión: “con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”
Que hizo Mons. Romero, de manera que ahora nosotros estemos haciendo una relectura a lo que nos dice Jesús en el Evangelio de Lucas 4: 24 dice: “Ningún profeta es aceptado en su Patria”, efectivamente, es lo que ocurria en los tiempos de Jesús a los profetas no los querían, eran aborrecidos y echados de las ciudades.
Esa realidad de rechazo todavía es presente 2 mil años después aquí en El Salvador, hay un pequeño sector, el mismo de siempre, el que lo desconoció ayer, le desconoce hoy y lo continuará desconociendo en el transcurso del tiempo. Este sector no lo aceptan. Vale hacernos la pregunta ¿por qué no le reconocen? la respuesta es sensilla, porque su profecía incomoda, su profecía les confronta, su profecía denuncia la injusticia social ocasionada por este pequeño sector social que ostentaban el poder y manejaban a su antojo la justicia, en detrimento de las grandes mayorías.
Pero con la ayuda del Espíritu de Dios, el Pueblo salvadoreño, sí le ha reconocido, al igual que lo ha hecho el pueblo latinoamericano y todo el pueblo de Dios en el mundo que le conoce, que conoce su mensaje.
Una vez más vemos el cumplimiento de la palabra de Jesús en la Biblia, pero también vemos con alegría, la actuación del Espíritu de Dios en el pueblo salvadoreño, que si le reconoce, que si lo acepta, y es el mayor mérito para un profeta que su pueblo le reconozca. La mejor forma de expresarlo es nominar diferentes obras con su nombre así tenemos que este mismo día fue nominado nuestro aeropuerto internacional como Mons. Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, una Boulevard, una calle, varias plazas, y hasta bustos. Lo mismo ha ocurrido en otros países, incluyendo hasta Inglaterra.
Mons. Oscar Arnulfo Romero, es nuestro profeta, el profeta del pueblo salvadoreño que denunció la injusticia y anunció el Evangelio llevando esperanza a los excluidos, a los marginados.  En este día que conmemoramos 34 años de su cruel asesinato, nos unimos en oración para que su mensaje y su testimonio, permanezca firme y fiel en la memoria histórica de su pueblo.
Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarde sus corazones y mentes en Jesucristo Señor nuestros. Amén.



[1] Mons. Oscar Arnulfo Romero.                                                                                                         

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