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miércoles, 26 de marzo de 2014

VUELVE A CASA TU HIJO HA SANADO



Jn. 4: 43-54

La salud es una condición que ha causado profunda preocupación al ser humano, a través de su historia. La salud es el estado ideal de vida, que Dios estableció para el ser humano.

Lo contrario a ello es la enfermedad. El origen de la enfermedad está en la ruptura o el quiebre de esta situación de vida. La causa puede deberse a diversas circunstancias, pueden ser desequilibrios emocionales o físicos, en la persona misma o desequilibrios en el medio ambiente que le rodea y que le afecta directa e indirectamente a la persona.

Según la Biblia, este es el segundo milagro realizado por Jesús. El primero fue la conversión del agua en vino, a petición de su madre, en la celebración de la Boda de Caná[1]. Esta sanación del hijo del oficial al servicio del rey, es el segundo milagro de Jesús pero a la vez es su primer acto de sanación.

Cuántos de nosotros en momentos de desesperación hemos acudido al médico con la esperanza que él o ella, puedan tener la medicina que cure la enfermedad de nuestro hijo(a).
Cuántas veces; cuando hemos salido a comprar la medicina, al regresar nos hemos encontrado con que ya no la necesitamos porque el enfermo ya ha fallecido.

En casos así, vemos como la esperanza en vez de fortalecerse mejor se debilita.
Jesús se dio cuenta de esta situación, por eso; a pesar que el oficial no era creyente, Jesús se deja conmover por el padre que pide por su hijo, obrando el milagro de la sanación a distancia del enfermo. No se trataba que el funcionario tuviera fe. Eso sí, el oficial había escuchado de Jesús por lo que él esperaba que esta vez hiciera el milagro con su hijo. Este es un acto de esperanza y no de fe. El padre sigue insistiendo por la vida de su hijo, ven pronto le suplica antes que mi hijo muera. Jesús obra el milagro no por la fe que este tenía sino para que él y los de su casa creyeran. Tal y como la Biblia nos dice que al que toca se le abrirá, él continúa insistiendo de manera que logra conmover a Jesús quien sin conocer ni ver al muchacho lo cura. Significa entonces que no hay ninguna excusa válida para no hacer el bien, cuando se presenta la necesidad de hacerlo.

Esta preocupación de Jesús por la salud, también se hace una preocupación actual. Hace dos años exactamente el 2 de marzo del 2012, fue publicada en el Diario Oficial la Ley de Medicamentos, en el Decreto No. 1008 reza: “I. Que de conformidad con el Art. 1 de la constitución de la República de El Salvador reconoce a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común; en consecuencia, es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la república, el goce de la libertad, de la salud, la cultura, el bienestar económico y la justicia social”. Y tiene como objetivo, garantizar la institucionalidad que permita asegurar el acceso, calidad y disponibilidad de los medicamentos a la población a un mejor precio.

Ahora, la mayoría de nosotros estamos enfermos, el dolor, la tristeza, el sufrimiento son parte de nuestra realidad, el adelanto científico de la medicina, el desarrollo de la tecnología, han ayudado para curar algunas enfermedades por ejemplo: la malaria, el sarampión, fiebre amarilla, y otras. Sin embargo, ahora padecemos de otras que antes no se conocían, como las enfermedades nerviosas, el stress, el cáncer que mucho se ha propagado en nuestro tiempo, y otras que son el resultado de nuestra propia forma de vida y por otro lado de nuestras condiciones de vida.

La relación salud-enfermedad por tanto, es un estado donde nos sentimos bien, donde nuestro organismo está en las mejores condiciones para desarrollarse, para trabajar, para desempeñar cualquier tipo de acción ya sea física, mental o espiritual. Aquí la persona es capaz de desarrollar relaciones humanas independientes y hasta se vuelve autosuficiente, y podemos llegar a pensar que no necesitamos del otro, del hermano, del familiar, del vecino.

El estado de enfermedad, es la ruptura de este equilibrio de funcionamiento de la máquina orgánica, donde lo que más sufre es el órgano en el cual descargamos el resultado de nuestros hábitos de vida. Por lo tanto se daña y llega un momento que hasta deja de funcionar.

Es aquí cuando estamos enfermos cuando aflora nuestra debilidad, nuestra fragilidad, y donde nos volvemos vulnerables, necesitando de la ayuda del otro. Necesitamos de ayuda profesional que recae en el médico/a. pero además necesitamos de cuidado personal, que casi siempre nos ofrecen nuestros familiares y amistades más cercanas.

La forma de ver y enfrentarse a la vida cambia, cuando se tiene salud o cuando se está enfermo. La misma sociedad de consumo en la que vivimos, nos ha llevado a admirar la estética, como único referente de belleza que nos ofrece la apariencia física de integridad. __Esto no es malo__ Siempre y cuando no vaya en detrimento de negar la belleza espiritual, que muchas veces se revela en los momentos de dolor.

Para finalizar. Esto no significa que hay que estar enfermo para ser espiritual, o para mostrar vulnerabilidad y necesitar apoyo del otros, es porque en ese quiebre se muestra de mejor manera estas condiciones de espiritualidad. Existe un bello relato anónimo que quiero compartir con ustedes, algunos ya lo deben conocer.

Revda. Blanca Irma Rodríguez, Iglesia Luterana La Resurrección, 31 de marzo de 2014.



[1] Jn. 2: 1-11.

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