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lunes, 25 de febrero de 2013



RED DE MUJERES Y JUSTICIA DE GÉNERO DE LAS IGLESIAS MIEMBRO DE LA FEDERACION LUTERANA MUNDIAL DE AMERICA LATINA

LA JUSTICIA DE DIOS SE CUMPLE EN LAS MUJERES QUE SE ATREVEN A LUCHAR
 Números 27: 1-11
En la cultura patriarcal las mujeres están invisibilizadas, no tienen derechos. Este texto es un ejemplo que nos refleja esa realidad de desigualdad y de injusticia. En Israel se adjudicaba el derecho de propiedad solo a los hombres, y en el caso de las familias donde no había hombres, las mujeres no podían heredar los bienes que por linaje les correspondían. Selofhad tuvo cinco hijas, cada una de ellas tenía sus propias características, a juzgar por el significado de sus nombres: Maalá, enfermedad o dolencia; Noá, descanso, reposo; Hoglá, boxeador; Milcá, reina, abogada; Tirsá, placentera. Cada una con sus cualidades o adversidades tuvieron que enfrentar su situación, esto las volvió a la vez fuertes, tenaces y valientes por la fe, el tacto y la sabiduría con que actuaron.

El status de las mujeres era de inferioridad, se les veía como lo peor, lo negativo, lo malo, indignas de aprender. En esta cultura de marginación y opresión estas cinco mujeres, se destacan por su valentía, atrevimiento y decisión al hacer algo que nunca, nadie había hecho jamás. Algo sin precedentes en Israel.
En términos de Derecho, el Derecho natural entra en contradicción con el derecho constitucional. Para Dios todos y todas somos sus hijos, de manera que somos igualmente dignas de recibir la herencia. El mensaje de Dios es altamente revolucionario porque rompe con la ley tradicional vigente. 

A las hijas de Selofhad les asiste la razón cuando toman la iniciativa de consultar a Moisés acerca de la heredad de su padre. La vida de dificultades y pobreza que les espera sino la obtienen para su sostenimiento.  Moisés  aparece como un hombre libre de prejuicios y justo, y ante la difícil situación que lo colocan las mujeres decide no tomar una determinación personalmente y va a consultarlo con otro superior, Dios. Siendo el mismo Dios quien tenía que decidir sobre el asunto.

La respuesta que Dios da a Moisés es sorprendente y muy revolucionaria en términos del Derecho. En los versos 6 y 7. Dios dijo: “Moisés escucha a esas mujeres y sus reclamos, son justos, tienen derecho a su herencia, he visto su determinación, su valentía, están reclamando lo que les pertenece, ni más ni menos, ¿porqué no dársela?”. 

Estas mujeres conocedoras de las promesas de Dios a su pueblo, y como parte del pueblo de Dios, saben que ellas también tienen derecho a las tierras de sus ascendientes.  A pesar de saber que la ley no les favorecía, no se quedan calladas, se atreven y el resultado, es que logran que Dios en cumplimiento con sus promesas, responde a Moisés que la tierra les sea entregada.

Desde luego que es de suponer que las cosas no fueron fáciles para ellas: posiblemente, pasaron por acusaciones, nerviosismos, tensiones, pero se mantuvieron firmes en sus convicciones y juntas fueron siempre adelante. Podemos imaginarnos el grupo de mujeres conversando y planificando como se presentarían a Moisés y a los ancianos para plantearles su petición. Mujeres humildes, campesinas, reclamando la tierra para trabajarla. Ellas están dispuestas a trabajar y producir su propio sustento, de manera de no depender de la caridad del pueblo, ni ser una carga para sus parientes.

Estas hermanas se convierten en el símbolo reivindicativo. En la Biblia es el primer caso que aparece de mujeres reclamando sus derechos. Ellas tuvieron la osadía de reclamar las posesiones de su Padre. En ese tiempo nadie hablaba de corrientes feministas haciendo declaratorias de derechos de las mujeres, y sin embargo ellas hicieron que la ley y el derecho cambiara. “Di Además a los Israelitas que si Alguien muere son dejar hijo varón, su herencia pasará a manos de su hija…”. Los cambios solo se dan con oración y la acción, juntas.  

El Derecho de la mujer, no es fruto de inventos de corrientes feministas, es un mandato de Dios, el quedarse cruzada de brazos, quedarse solo en el lamento o el llanto,  resignadas a perderlo todo, es lo que la cultura de opresión nos ha enseñado y obligado a hacer. Dios nos enseña que hay que asumir el riesgo, tomar la iniciativa y en unidad sororaria reclamar por los actos de injusticia.  Si así lo hacemos; Dios nos responde dándonos la razón y haciendo justicia.

Han sido miles y miles de años, de violaciones a nuestros derechos, de maltrato físico y psicológico, que ha neutralizado todas nuestras capacidades y nos ha imposibilitado en la acción para crecer y ser lo que Dios quiere que seamos.  Mujeres con dignidad, en justicia y sororarias. Amén.

Blanca Irma Rodríguez.

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