RED DE MUJERES Y JUSTICIA DE GÉNERO DE LAS IGLESIAS MIEMBRO DE LA
FEDERACION LUTERANA MUNDIAL DE AMERICA LATINA
LA JUSTICIA DE DIOS SE CUMPLE EN LAS MUJERES QUE SE ATREVEN A LUCHAR
Números 27: 1-11
En la cultura patriarcal las
mujeres están invisibilizadas, no tienen derechos. Este texto es un ejemplo que
nos refleja esa realidad de desigualdad y de injusticia. En Israel se
adjudicaba el derecho de propiedad solo a los hombres, y en el caso de las familias
donde no había hombres, las mujeres no podían heredar los bienes que por linaje
les correspondían. Selofhad tuvo cinco hijas, cada una de ellas tenía sus
propias características, a juzgar por el significado de sus nombres: Maalá,
enfermedad o dolencia; Noá, descanso, reposo; Hoglá, boxeador; Milcá, reina,
abogada; Tirsá, placentera. Cada una con sus cualidades o adversidades tuvieron
que enfrentar su situación, esto las volvió a la vez fuertes, tenaces y
valientes por la fe, el tacto y la sabiduría con que actuaron.
El status de las mujeres era de
inferioridad, se les veía como lo peor, lo negativo, lo malo, indignas de
aprender. En esta cultura de marginación y opresión estas cinco mujeres, se
destacan por su valentía, atrevimiento y decisión al hacer algo que nunca, nadie
había hecho jamás. Algo sin precedentes en Israel.
En términos de Derecho, el
Derecho natural entra en contradicción con el derecho constitucional. Para Dios
todos y todas somos sus hijos, de manera que somos igualmente dignas de recibir
la herencia. El mensaje de Dios es altamente revolucionario porque rompe con la
ley tradicional vigente.
A las hijas de Selofhad les
asiste la razón cuando toman la iniciativa de consultar a Moisés acerca de la
heredad de su padre. La vida de dificultades y pobreza que les espera sino la
obtienen para su sostenimiento. Moisés aparece como un hombre libre de prejuicios y
justo, y ante la difícil situación que lo colocan las mujeres decide no tomar
una determinación personalmente y va a consultarlo con otro superior, Dios.
Siendo el mismo Dios quien tenía que decidir sobre el asunto.
La respuesta que Dios da a Moisés
es sorprendente y muy revolucionaria en términos del Derecho. En los versos 6 y
7. Dios dijo: “Moisés escucha a esas
mujeres y sus reclamos, son justos, tienen derecho a su herencia, he visto su
determinación, su valentía, están reclamando lo que les pertenece, ni más ni
menos, ¿porqué no dársela?”.
Estas mujeres conocedoras de las
promesas de Dios a su pueblo, y como parte del pueblo de Dios, saben que ellas
también tienen derecho a las tierras de sus ascendientes. A pesar de saber que la ley no les favorecía,
no se quedan calladas, se atreven y el resultado, es que logran que Dios en
cumplimiento con sus promesas, responde a Moisés que la tierra les sea
entregada.
Desde luego que es de suponer que
las cosas no fueron fáciles para ellas: posiblemente, pasaron por acusaciones,
nerviosismos, tensiones, pero se mantuvieron firmes en sus convicciones y juntas
fueron siempre adelante. Podemos imaginarnos el grupo de mujeres conversando y
planificando como se presentarían a Moisés y a los ancianos para plantearles su
petición. Mujeres humildes, campesinas, reclamando la tierra para trabajarla.
Ellas están dispuestas a trabajar y producir su propio sustento, de manera de
no depender de la caridad del pueblo, ni ser una carga para sus parientes.
Estas hermanas se convierten en
el símbolo reivindicativo. En la Biblia es el primer caso que aparece de
mujeres reclamando sus derechos. Ellas tuvieron la osadía de reclamar las posesiones
de su Padre. En ese tiempo nadie hablaba de corrientes feministas haciendo
declaratorias de derechos de las mujeres, y sin embargo ellas hicieron que la
ley y el derecho cambiara. “Di Además a
los Israelitas que si Alguien muere son dejar hijo varón, su herencia pasará a
manos de su hija…”. Los cambios solo se dan con oración y la acción,
juntas.
El Derecho de la mujer, no es
fruto de inventos de corrientes feministas, es un mandato de Dios, el quedarse cruzada
de brazos, quedarse solo en el lamento o el llanto, resignadas a perderlo todo, es lo que la
cultura de opresión nos ha enseñado y obligado a hacer. Dios nos enseña que hay
que asumir el riesgo, tomar la iniciativa y en unidad sororaria reclamar por
los actos de injusticia. Si así lo
hacemos; Dios nos responde dándonos la razón y haciendo justicia.
Han sido miles y miles de años,
de violaciones a nuestros derechos, de maltrato físico y psicológico, que ha
neutralizado todas nuestras capacidades y nos ha imposibilitado en la acción
para crecer y ser lo que Dios quiere que seamos. Mujeres con dignidad, en justicia y
sororarias. Amén.
Blanca Irma Rodríguez.
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