¿SOY BARRO EN LAS MANOS DEL ALFARERO?
Jer. 18: 1-6
1. El buen barro
El alfarero trabaja el barro en su torno, le da forma una y otra vez, ensaya, a la vez que le da forma también está jugando con el barro, lo toca, lo juega, lo moldea.
El barro, cada vez que tiene contacto con las manos del alfarero, que es sometido a la acción del torno, va tomando una consistencia más suave, más dócil, más pastoso, más consistente y hasta un poco brillante por los líquidos y minerales que contiene el barro.
El alfarero no usa cualquier material para hacer sus vasijas. El alfarero busca, selecciona el terreno de donde va a extraer el barro que necesita. Este barro tiene que contar con las características necesarias para que pueda ser seleccionado. Significa que el alfarero le va a poner manos sólo si reúne con estas condiciones, o por lo menos si tiene un mínimo de lo necesario para que él pueda trabajarla.
Caso contrario, el alfarero corre el riesgo de perder su tiempo, su paciencia y trabajo en algo que al final no le va a servir.
En muchas ocasiones nosotros hemos sido barro que nos hemos dejado moldear, que hemos pasado muchas veces por la acción del torno. Durante nuestra vida hemos pasado por varios tornos, y por diferentes tipos de tornos, unos mejores que otros. Por ejemplo: tenemos el torno de la familia, es en la familia, donde desde que nacemos nos empiezan a dar los patrones de conducta, los valores morales, y los hábitos personales que debemos desarrollar en nuestra vida. El torno de la escuela, este torno nos moldea el conocimiento, nos dice lo que debemos o no, saber o aprender. El torno de los amigos. La vecindad, el torno de la sociedad y el torno de la cultura en la que vivimos.
2. Dios el alfarero
Dios es el alfarero que está buscando buen barro. Es Dios quien quiere que cada uno fuésemos como ese buen barro que aunque somos una pieza imperfecta, estemos dispuestos a pasar por el proceso de perfeccionamiento sometiéndonos cuantas veces sea necesario a la acción del torno.
Pero cuándo hemos permitido que Sea Dios el alfarero que moldee muestro ser, nuestras vidas. ¿alguna vez?, ¿nunca?, posiblemente sea esta última.
Si usted nunca se preocupó por saber quien es su alfarero, no se preocupe, ahora es tiempo de hacerlo. Dios está esperando con su torno listo. Solo falta que usted le de la señal, que usted se lo pida, que usted se lo haga saber.
Dios quiere moldearla, modelarlo, como una de sus mejores piezas, como la mejor pieza de su colección. Revistámonos de humildad y permitamos que sea Dios nuestro propio alfarero.
DINAMICA
Barro suficiente
Servilletas para limpiar
Rev. Blanca Irma Rodríguez
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